La cruzada/ Horror Vacui

La cruzada/ Horror Vacui

LA CRUZADA
Proyecto de arte abstracto / Galería Collage Habana / 5.8.19

Últimamente en las exposiciones de artes visuales, como parte de una nueva modalidad, y quizás a falta de recursos económicos por parte de los promotores, organizadores e instituciones, me ha sucedido que no encuentro ningún soporte escrito (entiéndase catálogo, plegable, suelto, statement, o algo por el estilo) donde pueda anclar algún referente conceptual para acompañar las obras. Sin ánimo didáctico, creo que cualquier concomitancia allanaría un primer acercamiento a lo visto, sobre todo para los neófitos. Otras veces sucede que el privilegio de la referencialidad acontece exclusivamente el día de la inauguración.

He comenzado estas palabras con tal diatriba, porque hay exhibiciones que lo necesitan. Puede que algún espectador improvisado explore con curiosidad estos territorios, algo que la contemporaneidad del arte suele pasar por alto sin grandes contratiempos, haciendo abismal, y aún más elitista, la brecha entre el observador profano y el Arte. En tal caso, el espíritu interpretativo de quien presencia desavisadamente, se crispa hasta llegar al paroxismo del escudriñamiento, ejercicio nada fácil en tiempos en que a las cosas le pasan de largo si no hay algún reclamo vagamente esclarecedor.
La abstracción, que ya rebasa un siglo de existencia, entendida como tendencia estética de complejidad nada desdeñable, es, todavía hoy, un excelente refugio para reposar cualquier criterio sensorial que atraviese los sentidos; pues, para muchos, a lo largo de la centuria, también ha sido objeto mal habido de fácil expresión plástica, manoseada y de segunda categoría, sin aportaciones de ninguna índole. Pero no debemos confundir el arte abstracto con el Arte Abstracto. Cuando en la primera mitad del pasado siglo, con la aparición de una estructura sociocognitiva, cultural y sensorial, capaz de propiciar y asimilar la gestación de una forma de expresión tan innovadora como esta, se dilataban los horizontes perceptivos del arte, y con ello los mecanismos de aceptación y validación de este modo de expresión, dando también la bienvenida a un precursor, en medida mal comprendida, del conceptualismo contemporáneo. Por supuesto que tal ruptura con la figuración generó desconcierto, conflictos de ideas, dislocaciones y aciertos. Pero ya no queda más que cenizas de aquellas discrepancias: se hace bien, o no. Los ecos de aquel fragor apenas sirven para articular un discurso de mercadotecnia del arte, o de cualquier otra cosa.

Un artista genuino siempre intuirá dónde hay un modo logrado y auténtico en sus resultados creativos. En esta exhibición hay, literalmente, de todo. Muchas de las obras repasan senderos tan trillados, que terminan convertidos en trincheras, con facturas demasiado relamidas y aprendidas; otras, aunque previsibles, manifiestan un oficio y concepciones decorosas; y solo algunas honrosas excepciones sorprenden por su vitalidad. El criterio que aúna la muestra recuerda el elástico de un viejo calzoncillo, cobijando bajo un mismo redil maneras y esbozos de intenciones muy dispares.

Con exponentes de diferentes provincias del país, La Cruzada se manifiesta aquí como: Imán IV / Encuentro Nacional de Arte Abstracto, o viceversa, algo que no me dejó en claro la falta de documentación. La rareza del evento, a medio camino entre el Movimiento de Aficionados y reconocidos exponentes de la visualidad cubana de los últimos cincuenta años, fue completada con obras de Pedro de Oraá, Raúl Santos Zerpa y Rigoberto Mena, totalmente ectópicos en el contexto.