Hace veinticinco años tres intelectuales camagüeyanos se reunían para concelebrar un performance que abarcó a la ciudad en tres puntos cardinales, en alusión a la trinidad de la creación. El pretexto para semejante proeza fue el centenario de José Martí y una leyenda del Diario de Campaña de la que ya hemos hablado: la del júcaro bajo cuya sombra descansara el Apóstol y que fuera lugar de culto para los campesinos de la ruta martiana, según nos cuenta en su libro Froilán Escobar. De modo que la siembra de tres júcaros en sustitución de aquel representaba para el escritor Rafael Almanza, el ecologista Eudel Cepero y el músico Louis Aguirre, la resurrección del espíritu vivo de Martí, en un año de insulsos homenajes y retorcidas tesis ideológicas prodigadas por el régimen.
El 8 de mayo de 1895 escribió el héroe en su Diario: “Nos limpian un árbol y escribimos al pie”. Ese día, uno de los más prolíficos y estremecedores en materia de apuntes —y sucesos—aseguran los campesinos de la zona la memoria de un júcaro frondoso que aliviara con su sombra la figura del líder. Quizás aquel “grueso júcaro” que anota él mismo en otra página de ese día, perteneciente a la famosa enumeración arbórea —objeto de un estudio del ecologista Cepero— tras la reminiscencia del Cauto hecha por Gómez. De la mano de este vio morir a un condenado en aquella jornada, hecho que evocará ante las aguas turbulentas del mayor de los ríos orientales como “las pasiones bajas y feroces, del hombre”. También aquel día tuvo noticias del cariño del pueblo hacia su persona, que le llamaba “Presidente”, contra las disposiciones del Generalísimo.
Esta fecha demarca, sin lugar a dudas, un punto álgido en el evangelio martiano. Para Rafael Almanza, quien acababa de pronunciar una conferencia sobre el tema, el descubrimiento no podía pasar desapercibido y decidió convertir su tesis en acción —performance— con el apoyo de sus amigos Cepero y Aguirre. Ya que la leyenda que se cuenta en el testimonio de Froilán Escobar habla de cómo el júcaro vinculado a Martí fuera luego objeto de veneración por los habitantes del lugar, y cómo tras la tala inevitable del árbol —decisión de un terrateniente a la que se opusieron sin éxito los aldeanos— hubo una velada similar a la que se suele hacer con el deceso de una persona, los tres intelectuales decidieron que la siembra de sendos júcaros en sitios significativos de la ciudad invertiría la vigilia de la muerte con el símbolo cristiano de la resurrección y de la vida: nacía así la Peña del Júcaro Martiano.
Cepero escogió las posturas que serían sembradas en el Museo Provincial Ignacio Agramonte, emblema de lo histórico, en el Casino Campestre, emblema de lo civil, y en el patio del Convento de la Merced, emblema de lo sagrado en Martí.

El violinista Aguirre interpretó para la ocasión la obra “La Anunciación de la Virgen”, y las siguientes palabras de Almanza fueron escuchadas en el convento diocesano:
“Ojalá que, cuando ninguno de nosotros esté ya sobre la tierra, este júcaro sirva para el deleite y la meditación de otros cubanos, que pensarán en Martí y en la naturaleza como templo, viendo su fuste y su follaje. María de la Merced nos ayudará, así lo creo, para que este deseo se nos cumpla.”
Desafortunadamente, de los tres júcaros sembrados ese día, solo permanece en la actualidad el ejemplar del museo. Almanza y Cepero tuvieron que trasplantar el del Casino por una exigencia de las autoridades, y tras las sequías de los ’90 la planta no sobrevivió. El júcaro de la iglesia llegó a adquirir dimensiones de árbol para luego perecer de igual forma. Sin embargo, para la celebración de la Peña-performance de 2013, fue plantado un nuevo júcaro, esta vez en el patio de la casa de Almanza, sede del evento desde el año 2000, al cual le ha tocado la suerte de avizorar las últimas jornadas de la Peña, en espera de la ansiada trigésima edición, y con la convulsa experiencia de las sesiones más recientes.

1 Martí a flor de labios, Froilán Escobar, Ediciones Abril, 2009.
2 Los hechos del Apóstol, conferencia pronunciada en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en La Habana, el 12 de abril de 1995. Existe el libro homónimo que recoge esta semblanza, publicado por Ediciones VITRAL, 2005. En la actualidad se prepara la segunda edición por Ediciones Homagno.

Camagüey, Cuba, 1994 / Escritor
Graduado de Ingeniería en Telecomunicaciones y Electrónica por la Universidad Central de Las Villas en 2018. Es poeta, editor, crítico y periodista. Autor del poemario Corolarios, Ediciones Homagno, Miami, 2019. Colaborador de las revistas La Hora de Cuba e Hypermedia Magazine. Organizador de la Peña del Júcaro Martiano en su sesión de verano. Editor de Ediciones Homagno.