Ánima: Una especie de historia grupal

Ánima: Una especie de historia grupal

Nuestro trabajo expositivo comenzó hace diez años aproximadamente, con la muestra Quinto Día (2010), organizada en una iglesia abandonada del Vedado, en La Habana, Cuba. Éramos entonces dos profesoras, María de Lourdes Mariño y Anamely Ramos, y varios estudiantes de Artes Visuales y Música del Instituto Superior de Arte (ISA). La iglesia en cuestión, que había sido parcialmente construida a principios de siglo XX por el Padre Reginaldo (partiendo de lo iniciado por la familia del Conde de Pozos Dulces, a finales del XIX) y que contaba con un amplio anecdotario todavía recordado en los alrededores del Barrio de El Carmelo, ya tenía también para nosotros una significación especial, pues en ella habíamos realizado unos retiros de Cuaresma, donde leímos fragmentos del El Padre Nuestro, de Simone Weil y escuchamos las más recientes composiciones para violín de Luis Alberto Mariño. 

Pocos meses después de Quinto Día, organizamos la segunda exposición en la iglesia, una especie de fachada retablo compuesta por pinturas contemporáneas de tres artistas que habían participado ya en Quinto Día: Lester Alvarez, Roger Toledo y Luis Enrique López-Chávez. La expo-fachada se titulaba Ex-indumentis y servía de obertura a un performance escrito por Etienne Díaz y con música de Luis Alberto Mariño, que se exhibía en el interior.

Así nos habituamos a realizar al menos una o dos exposiciones al año, siempre en sitios poco convencionales para exponer arte, lugares en ruinas que cobraban vida de manera efímera por nuestra intervención y a través del lenguaje del arte contemporáneo y la música. Lo que nos ilusionaba era crear un ambiente de acogida para el espectador, no solo aquel habituado a eventos de esta naturaleza sino a todo tipo de público, y poner a dialogar las obras ante sus ojos, muchas de ellas hechas in situ, a partir de historias y con cosas y materiales del propio lugar.

Desde el principio nos acompañó la música. Nos ocurrió algo increíble: en la iglesia de Quinto Día encontramos un piano viejo y abandonado. Luis Alberto concibió la obra Pieza para un Piano, que funcionó como instalación sonora de dicha exposición y al llegar dos años después a la Casa de la Comedia, lugar donde realizamos nuestra tercera exposición, Zone, colateral a la Oncena Bienal de La Habana; allí nos esperaba nuestro segundo piano, por lo que Luis compuso y tocó en la inauguración la segunda Pieza para un Piano. 

Desde entonces comenzamos a incluir otros eventos sonoros, a lo que también sumamos escenas teatrales ideadas y dirigidas por Osvaldo Hernández. Recordamos con emoción la escena no escrita de Hedda Gabler, que Osvaldo preparó para la cuarta exposición Translate y la impresionante Electra en Pan y Circo.  En 2015, Osvaldo dirige, por primera vez en Cuba, la obra de Vaclav Havel ‘‘La inauguración’’, para la exposición homónima que realizaron María de Lourdes Mariño y Rubén Cruces. 

Conciliar todos estos eventos al interior de las exposiciones hizo que comenzáramos a pensar las mismas en términos dramatúrgicos. En ZONE, por ejemplo, la dramaturgia estaba generada a partir de la disposición espacial de la antigua casa colonial, parcialmente destruida en el momento de la exposición. Eso determinaba la entrada y el trasiego del público y la sucesión de momentos artísticos, de lo comunitario a lo íntimo.

La genealogía completa de exposiciones incluye: Quinto Día, Iglesia del Derrumbe, 2010; Ex-indumentis, fachada retablo, 2010; ZONE, ruinas de la Casa de La Comedia, 2012; Translate, dentro de Espacios Ibsen, Casona de Línea, 2012; La parte maldita, dentro de Espacios Ibsen, edificio en obras de la Embajada de Noruega en Cuba, 2013; Cualsea, edificio en obras de la Logia de la Perseverancia en Camagüey, con curaduría conjunta con Isel Arango, 2014; Pan y Circo, ruinas de circo en el ISA, con curaduría  conjunta con Gretel Medina, 2014; Ánima, casa de la Habana Vieja, dentro de Espacios Ibsen, 2014; La Inauguración, Galería independiente XOHO, con curaduría conjunta con Rubén Cruces, 2015; Ánima II, Centro Loyola, 2017; Personaje de largas orejas, Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, 2018.

En este proceso constituyó una inflexión Pan y Circo, del 2014, pues por primera vez decidimos abordar las relaciones arte política y sus implicaciones en Cuba. Por la amplitud y complejidad del tema, casi un género dentro del quehacer artístico cubano, el mayor desafío era afinarlo lo suficiente para poder decir algo concreto al contexto y a la vez sugerir o impulsar reflexiones, plantear preguntas, para el futuro. Nos inspiramos teóricamente en la obra de Jaques Ranciere y Paul Veyne, quienes nos ayudaron a proponer dos tesis fundamentales: lo político desborda sus predios profesionales y se genera en todo espacio que seamos capaces de abrir para nosotros y para los demás. Y segundo, ningún poder por totalitario que sea, puede ocupar todos los resquicios de la vida en una sociedad. Siempre hay espacios que fugan, y en ese amasijo de comportamientos y fenómenos ambiguos, donde se mezclan brotes de desobediencia social, grupos y comunidades cerradas, flujos espontáneos de personas etc. se reinventa el imaginario social y se juegan los roles de la sociedad futura.

La exposición fue la más grande de todas, con más de treinta artistas, realizada en las conocidas ruinas del circo en el ISA, que representa, como pocos lugares, la parábola de la gran utopía socialista de los años 60, a la ruina actual. Por ser nuestro lugar de trabajo por tantos años y el lugar de estudio de muchos de los artistas que habían colaborado con nosotros desde el principio, tenía una significación especial para todos. Además, Pan y Circo generó en nosotros la inquietud de cómo hacer dialogar la labor curatorial, e incluso académica, con labores más de gestión sociocultural o activismo. Poco tiempo después surge el proyecto de reflexión y debate social Fórum Loyola, activo desde el 2015 hasta hoy, y donde todos nosotros hemos tenido un rol más o menos importante.

Después de Pan y Circo, una de las curadoras del proyecto desde sus inicios, Anamely Ramos, viajó a Angola por razones de trabajo. María de Lourdes y Luis Alberto Mariño, continuaron impulsando el proyecto en Cuba, inspirados en la obra del escritor cubano José Kozer y especialmente en sus poemas Ánima, para concebir espacios de creación grupal donde convivieran diferentes artes. En esencia, era una continuidad de lo realizado hasta el momento en las exposiciones, pero remarcando la fusión y los procesos de colaboración. 

Desde allí todo comenzó a llamarse Ánima, la historia que habíamos recorrido, las exposiciones del presente, incluso, nuestros objetivos para el futuro. Y es que el sentido de Ánima, de Kozer, incluye una actitud de devoción que recupera la historia, con sus pérdidas, olvidos, muertes y la transforma, la dulcifica. Desde allí nos interesaba mirar nuestro pasado, incluso el más reciente, que hablaba ya de separaciones físicas y de cambios profundos en nuestras vidas y en la vida del país. Después de realizar la exposicón Ánima I, como parte de las Residencias Ibsen, en 2015, María de Lourdes viajó a Estados Unidos para estudiar. Poco antes, Anamely había regresado, por lo que ella y Luis Alberto continuaron trabajando con la idea de Ánima y realizaron una expo-concierto en el Centro Loyola, en 2017, con la participación del artista visual Juan Pablo Estrada y el acto Carlos Pérez Peña. Unos meses después Luis Alberto parte a Argentina. Tuvimos que aprender a trabajar desde países diferentes, y a mantener un núcleo creativo capaz de renovarse con los cambios y de incluir artistas e investigadores más jóvenes.

Recientemente, Ánima renace bajo un formato diferente, un proyecto que quiere indagar en los procesos de memoria en Cuba, desde investigaciones y dinámicas grupales de creación. Esta página es uno de sus medios de socialización y un servicio a la historia de todos.